
La potencia es una cuestión de estatus, puede que hasta de seguridad, pero te garantizo, tras probar muchos coches diferentes, que más no siempre quiere decir que mejor. Hay un coche que me hizo cambiar de idea.
A la hora de comprar un coche son muchas las cifras que entran en juego. Cifras bajas, altas y medias que marcan el precio y el significado. Vivimos en la era del coche eléctrico o electrificado. La ayuda de la electricidad ha disparado la potencia de los coches, pero no siempre más significa mejor. La categoría de deportivo puede adjudicarse a una amplia variedad de modelos. ¿Qué influye para que un coche sea denominado como deportivo? Sobre todo su potencia.
Con los GT86 y GR86 Toyota demostró que no se le había olvidado fabricar deportivos.
Los caballos son la mejor de las cifras que define si un coche es deportivo o no cómo de deportivo es este. Da igual que si son 100 o 1.000 caballos. Cuando un coche ha nacido para correr es su configuración lo que resulta más importante. A lo largo de mis 12 años como probador de coches han pasado por mis manos todo tipo de vehículos. Desde grandes furgonetas y lentos motores diésel hasta imponentes coches eléctricos de última generación. Entre todos ellos hay un pequeño coche que me hizo sentirme un piloto de carreras.
Y no, no es el coche más potente de todos los que he probado. De hecho, hay en el mercado muchos coches mucho más potentes que él. Me refiero al Toyota GR86. Si, un Toyota, pero no, no es híbrido. Los japoneses inventaron eso de electrificar coches. El Prius marcó, nos guste o no, un antes y un después en la era del automovilismo. Convertido en icono verde, Toyota ha definido sus últimas dos décadas en base a los motores híbridos. Motores fiables y de bajo consumo que ofrecen todo menos sensaciones.

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Sin embargo, Toyota tiene uno de los pedigríes de carreras más dilatados de todos los tiempos. Los japoneses han disputado y vencido en todas las categorías del automovilismo. Desde carreras de turismos al Dakar pasando por la Fórmula 1. Aunque hoy sus híbridos son los coches más vendidos del mundo, de vez en cuando Toyota se da el capricho de recordar esa herencia de carreras. Te puedo asegurar que no se les ha olvidado fabricar coches deportivos, aunque a simple vista no lo parezcan.
El GR86 es el sucesor del GT86 presentado a finales de 2011 y que estuvo vigente hasta julio de 2020. Aquél también tuve ocasión de probarlo hace ya unos cuantos años. Un coche tan divertido como peligroso. Su trasera perdía más el ritmo que un niño recién echado a andar. Apenas corría, pero había que tener manos para no tener un percance. Los 200 caballos de potencia de su motor atmosférico no podrían definirse como fulgurantes. Por debajo de las 6.000 revoluciones no había coche.
La deportividad también significa diversión, pero la potencia por sí sola no la ofrece.
A pesar de ello, el GT86 dejó muy buen sabor de boca entre los amantes de los JDM (Japanese Domestic Market). Forofos de los coches deportivos japoneses. Si crees que no ha habido muchos, echa la vista atrás y descubrirás que las islas del Pacífico han aportado un gran saco de arena a la visión más pasional del mundo del motor. Subaru, Mazda, Toyota, Nissan, Mitsibishi…todas las marcas tienen uno o muchos deportivos clásicos que han ayudado a generar la fama con la que hoy vive Japón.
Tras el cese de la producción del GT86, el mundo se quedó huérfano de deportivos de Toyota. No hubo que esperar mucho, apenas un año, para que en julio de 2021 entrase en producción su sucesor natural; el GR86. ¿La fórmula del éxito? La misma que el ser humano inventó allá por los albores del automovilismo. Motor delantero, tracción trasera y cambio manual. Tan sencillo como eso. No se necesita más para generar enormes dosis de diversión, aunque muchos fabricantes se empeñan en complicar la receta con desmesuradas e innecesarias cifras de potencia.

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No, más potencia no siempre es mejor. Lo importante, como ya sabrás, es el peso. Esa cifra a la que solo unos pocos prestan atención. De nada sirve tener 1.000 caballos si el peso arruina la receta. ¿La cifra más conveniente? Por mi experiencia te diré que entre 200 y 300 caballos son más que suficientes. Casualmente, el GR86 anunciaba 234 caballos y 250 Nm de par motor. Procedían de un motor atmosférico de configuración bóxer con cuatro cilindros y 2.387 centímetros cúbicos.
El bloque de aluminio era capaz de trabajar a un máximo de 7.000 revoluciones. Era sencillo de entender y muy, muy, divertido de conducir. Acoplado al volante motor una caja de cambios manual de seis velocidades que enviaba todos y cada uno de los caballos al eje trasero mediante el control de un diferencial de deslizamiento limitado Torsen. ¿Era el GR86 más divertido de conducir que el último McLaren 750S que he probado? Si, sin lugar a dudas. El problema de la potencia es que hay que saber controlarla.
Cambio manual, tracción trasera y diferencial Torsen, ¿para qué más?
En el mundo real un Toyota es igual de rápido que un McLaren. Con las carreteras cada vez más cargadas de radares vistos y ocultos, llevar al límite un coche de 750 caballos es tan insensato como difícil. No hay forma lógica de transmitir tanto rendimiento en una carretera abierta al público. Los Ferrari, Lamborghini, McLaren y Porsche son coches conducibles en el día a día, pero su terreno natural son los circuitos. Es allí donde pueden sacar a pasear el enorme establo que los acompaña. En muchas ocasiones tienes la sensación de que ellos te llevan a ti en lugar de tu a ellos por la gran cantidad de sistemas de gestión eléctrica que integran.
En tu mundo y en el mío, en un mundo de semáforos, ciclistas, motos, señales de velocidad y radares, el GR86 genera mucha más diversión que un McLaren. No con esto quiere decir que el Toyota sea mejor coche que el inglés, que no lo es, pero sí es posible sacarle más provecho por una décima parte de su precio. De hecho, el GR86 de Toyota costaba 10 veces menos que el 750S que probé hace unos meses. El inglés costaba 340.000 euros, el japonés, 34.900 euros. Nada mejor en relación diversión-precio.

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Sus 234 caballos son aprovechables en el mundo real. Los notas, están ahí. Esperando a que los saques con más seguridad que cualquiera de los 750 caballos del de Woking. El límite es mucho más fácil de encontrar y una vez llegado a ese punto el control es muchísimo más manejable, ¿por qué? Porque con el McLaren el límite lo podemos encontrar girando en una curva a 200 kilómetros por hora. En el Toyota lo encontramos a 70 km/h. Como bien te puede decir cualquier monitor de conducción, la velocidad no supone ningún problema, hasta que lo supone.
Controlar un coche a 200 km/h está al alcance de unos pocos afortunados. La confianza de control del GR86 está varios niveles por encima de la de cualquier otro deportivo de alta potencia que se precie. Al fin y al cabo, salir de tramo no solo consiste en pasarlo bien durante un rato, sino en volver a casa sano y salvo. Esa es la mejor experiencia que uno puede vivir al volante y si de paso sacas alguna que otra sonrisa, mejor que mejor. El GR86 no entrega mucha potencia, pero lo compensa en diversión y conducción. Con él te das cuenta que más no significa mejor.
Aún sin la presencia de un turbo, el motor del GR86 es una obra de arte.
Así que ya lo sabes. Si no crees que pueda llamarse a un coche deportivo por tener menos de 500 caballos de potencia, estás equivocado. El GR86 fue el coche que hizo cambiar de idea. Uno de los coches con los que más me he divertido en los últimos años. Como habrás notado, el tono pasado no es un mera cuestión de sentimentalismo. Lamentablemente, desde 2024 el GR86 ya no está entre nosotros. Toyota lo ha eliminado de su parrilla y fueron tan pocas las unidades que llegaron a España que tener una en el garaje es muy raro.
Aprecio un buen deportivo en todas sus formas, tamaños y colores, pero no creo que la potencia defina exclusivamente la condición de deportivo. Los coches son cada vez más potentes, pero también más pesados. El peso es el enemigo natural de la velocidad, las prestaciones y las emociones. La báscula y la potencia, combinadas, determinan si un coche puede catalogarse como deportivo. Con solo 1.339 kilogramos de peso y 234 caballos de potencia, el GR86 ofrecía una relación ideal. A eso había que sumar un chasis excelente, un gran motor, una gran puesta a punto, un buen cambio…todo.
Las normativas ya no favorecen el lanzamiento de coches como el GR86.

